viernes, 28 de octubre de 2011

El suicidio de Judas

Tras arrojar las monedas
cogió Judas un cordel
y huyó veloz hacia campo,
cercano a Jerusalén.
La cara desencajada
lívida de odio la tez
y la boca espumeante
de jurar contra Yahvé
El sol brillaba menguante
en el Viernes Santo aquel
y a los olivos la brisa
mecía en suave vaivén.
Al verlo tan demudado,
prieta la mano al cordel
un labriego que pasaba
le inquirió:-¿ qué vas a hacer?
- !Voy a colgarme¡- !¿ A colgarte?
¿ Se puede saber por qué?
!" Traicioné a mi Maestro
a Jesús de Nazaret,
al hombre más bueno y noble
que parió nunca mujer"!
- " Eso se arregla muy fácil;
si tan bueno y noble es,
vuelve y pídele perdón
humillándote a sus pies".
- ! Ya es tarde! ! Ya no hay remedio¡
! Fuera¡, !apártate, payés¡
! Déjame libre el camino
o te mato a ti también¡
  !! Yo soy Judas Iscariote "
!! Soy Satanás¡¡ !! Lárgate¡¡
Despavorido el labriego
escapó campo a través
y el traidor trepó a un olivo
de catorce o quince pies,
consumando con la soga
su propósito después.
Tétrico cuadro pintaba
la luz del atardecer:
un cuerpo bamboleante
poseso de Lucifer.
Pronto una banda de buitres
daban buena cuenta de él.

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