Con la alegría del deber cumplido
siguió su ruta el buen Samaritano,
la noche se cernía sobre el llano
cuando, de pronto, le atacó un bandido.
Roto, desvalijado,malherido ,
tirado en un zarzal como un gusano,
gritaba al que pasaba:"!Ayuda, hermano,
como yo le ayudé a un desconocido"¡
Pasó un judío y ni miró siquiera;
más tarde un musulmán, luego un cristiano;
ninguno se paró en la carretera,
nadie al caído le tendió la mano:
Juró el hombre después de lo que viera
"!Nunca más ser un buen samaritano"¡
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