martes, 15 de marzo de 2011

Moisés y la roca en el desierto

Ya no pide el maná el hebreo errante,
- no sólo de maná vive la boca-
ahora es agua en el páramo extenuante
lo que a Yahvé la multitud invoca.
De pronto, el horizonte espejeante
pinta un árbol erguido en una roca:
!! Oasis¡¡ se oye un grito delirante
y corre a él la muchedumbre loca.
Pero, ay, la peña es yerma y acibara
al árbol, esquelético señuelo;
Moisés, ebrio de ira, con su vara
al peñasco golpea y riñe al Cielo,
y al golpe, surge de la roca avara,
cristalino y copioso, un arroyuelo.

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