"Velad y orad", Jesús les ha advertido,
" y evitaréis el pecador tropiezo",
pero ellos, tras unánime bostezo,
como niños pequeños se han dormido.
No oirán del Dios el llanto y el gemido,
ni del titán el pavososo acezo
ni el grito aquel, más rebelión que rezo:
"pase el cáliz de mí, Padre querido"
Duermen los tres : Santiago, hijo del trueno,
Simón, el que jurara lealtades
y Juan, primero de los favoritos;
pero en vez de reñirles el Dios bueno,
que excusa siempre las debilidades,
hará que sueñen con los angelitos.
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