martes, 15 de marzo de 2011

El dueño de la viña y los vendimiadores

"In illo témpore" había
en Cesarea un Señor 
que cuidaba con primor
una viña que tenía,
y la viña le rendía
un vinillo superior
del color de la sangría.
Requiriendo personal,
fue un día a primera hora
a la Plaza principal,
donde, entonces como ahora,
iba en busca de jornal
la gente trabajadora
que estaba en paro total.
Vio allá a unos madrugadores
esperando la ocasión
de hallar sueldo a sus sudores
y les dijo el señorón:
" Id, marchad, trabajadores
a mi viña; allá señores
hallaréis ocupación".
¿Cuanto pagas de jornal?
preguntó uno con fachada
de actividad sindical;
" Un denario por jornada"
¿Un denario? No está mal.
Y aceptando la soldada
fueron todos al parral
Volvió el rico Galileo
 a la hora tercia, sexta y nona
a la " oficina de empleo ";
 la única en toda la zona,
y, a muchos sin regateo,
a un denario por persona
les contrató el laboreo.
 Cuando el sol ya se ponía
regresó por vez postrera
y a los últimos que había
les dijo con voz severa:
¿Qué hacéis aquí todavía
zanganeando a la espera?
Corred a la viña mía.
Y fueron a la carrera.
Al final de la jornada,
se presentó el propietario
en su viña idolatrada
 y le dijo al secretario:
"Paga a todos la soldada,
 a cada uno un denario,
la cuantía estipulada".
Cumpliendo el "secre"el mandato,
le dio a cada jornalero
su denario de contrato
desde el último al primero,
lo mismo al que curró un rato
 que al que bregó el día entero,
sin diferencia de trato.
Entonces, los que sudaron
del alba al anochecer
y el calor apechugaron,
los que hicieron más quehacer,
cuando lo mismo cobraron
que el resto: "!!No puede ser!!"
al dueño le protestaron,
!!no es justo tu proceder!!
A esto arguyó el propietario:
¿No fue eso lo convenido?
¿ No os disteis por un denario?
Yo mi promesa he cumplido;
ahí tenéis vuestro salario.
¿ Qué agravio os habré inferido
cumpliendo lo prometido?
¿Acaso no puedo hacer
con lo mío lo que quiero?
Si quiero dar al postrer
igual que doy al primero
¿quién me puede reprender?
Si soy bueno y no fullero
¿la envidia os ha de roer?
Sin dar a su voz oídos,
los primeros, agraviados,
se marcharon, resentidos
y los últimos, primados,
se mostraban encantados
de los sueldos percibidos.
Entonces, el propietario
un si es no es arbitrario
que equiparó a los primeros
con segundos y postreros
le dijo a su secretario:
!!Buenos andan los obreros¡¡
!Qué duro es ser empresario¡

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