lunes, 14 de marzo de 2011

El sembrador

Sembraba el sembrador su labrantío,
echando su esperanza en la simiente:
la parte que cayó en suelo baldío
se agostaría con el sol ardiente;
otra parte nació y creció con brío,
prometiendo cosecha floreciente,
mas las aves del cielo y el "mildío"
arruinaron el fruto totalmente.
Por fin, la que cayó en tierra mullida
maduraría sin percance alguno,
y al sudor del labriego, agradecida,
como pago le dio el ciento por uno.
( El sembrador que en mí echó su simiente
nunca cogió cosecha de mi mente. )

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