Por seguir a Jesús de Galilea;
que ha poco en infamante Cruz moría,
a Esteban, acusado de herejía,
un grupo de zelotes apedrea.
Pero todas las piedras de Judea
no podrían domar su bizarría,
y la última voz de su agonía
perdona a la chillona patulea.
Voluntario aprendiz de ejecuciones,
un muchacho de Tarso, de odio lleno,
aporta sin descanso " municiones";
-! qué lejos aún el vuelco damasceno¡-
mientras guarda la ropa a los sayones
que lapidan al perro nazareno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario