En una de las mustias reuniones
del Cenáculo, oculta fortaleza,
ausentes el valor y la entereza
requeridos en las persecuciones,
los Doce, temerosos cual ratones,
verán estupefactos la rareza
de una llama nimbando su cabeza,
que convierte sus cuerpo en velones.
Y al contacto de aquel místico fuego,
sentían su pavor vuelto coraje,
su ignorancia, talento extraordinario;
y yendo a predicar notaron luego
que podían hablar cualquier lenguaje,
sin usar para nada el Diccionario.
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